26 de octubre de 2007

¿Mi norte?

He perdido mi sur

He perdido los Andes

He perdido mi Pacífico

He perdido la nebulosa de humo de mi cuenca

He perdido la torre Entel y las del Paine

He perdido la Alameda sin álamos

He perdido el cerro Huelen o Santa Lucia

He perdido el barrio Franklin y la Quinta Normal

He perdido toda la mierda del Mapocho

He perdido el don de la chuchada

He perdido el culto de yeso y las vírgenes y las cruces y los rosarios

He perdido el pan con mantequilla nuestro de cada día

He perdido el charquicán con huevo y el asco

He perdido el sabor de las sopaipillas pasadas y el sabor del invierno

He perdido el calientito motemei y la harina tostada

He perdido las piscolas, los terremotos y los jotes, en cada uno de sus significados

He perdido el cochayuyo y el luche y la rayuela larga y corta

He perdido la guitarra del cantor

He perdido mi Violeta

He perdido las plumas y luego la voz

He perdido los caminos de tierra que conducen a caseríos sin nombre

He perdido la araucaria y la semilla

He perdido mi lonco y mi mapu

He perdido el verde tricahue, el verde chirigüe y el verde choroy

He perdido la desconsolada lluvia de Temuco

He perdido la negra dulzura del maqui

He perdido la solemne soledad del cóndor

He perdido toda la sangre de los copihues

He perdido la isla grande de chiloé y sus súbditas heladas y sus iglesias

He perdido las ansias de recorrer el archipiélago de Juan Fernández

He perdido el fuego de la Tierra del Fuego

He perdido la fonética mística del kaweskar

He perdido los glaciares patagónicos y mi propia eternidad

He perdido el diablo y el poncho

He perdido la quebrada del ají y las calles quebradas

He perdido la camanchaca

He perdido la chupilca

He perdido los ojos del salado

He perdido la inusitada fertilidad de Pica y Azapa

He perdido un rebaño de llamas blancas como la ternura

He perdido las piedras parlantes del Valle de la Luna

He perdido el vértigo del Chungará

He perdido el electrizante rosado de las parinas

He perdido el hervor del Tatio

He perdido el polvo de San Pedro

He perdido las estrellas de Atacama y es lo que más me duele

He perdido las historias de mi abuelo, que es ahora parte de la tierra que amó

He sepultado el arraigo junto con él y me he quedado desgarrada.

21 de octubre de 2007

Poros y Pecas

Llevaba por único maquillaje los poros

Esa lutea melatonina dermica,

Un perfume glandular tenue,

Que persistía a pesar de los intentos diarios de aniquilación

Tenía las iris tan coloreadas de vida,

Que a veces olvidaba su nombre Marchita.

Había en la frontera, donde se agotaban las células

Y mágicamente comenzaba el aire,

Una legión microbiana que la vestía de fortaleza.

Tan diminuta, que parecía que su limite inferior

Yacía invisible y subterráneo,

De otra forma no se explicaba tanta modestia,

De otra forma caería en la completa incoherencia