Que se haga el silencio en mis labios y en mis ojos
Que no sea yo la desate la anarquía,
La que manche de letras el espacio
Que no vibren mis cuerdas, ni mis pupilas.
Que se haga el silencio en mis oídos,
Que se queden inútiles por unos momentos
Que se consuman y envuelvan de la quietud del aire
Que se haga el silencio también en la razón
Que se calle esa voz que sin mecerse al viento,
Mata el silencio.
Que los sesos descansen de los signos retumbantes,
Que descansen de las palabras inagotables y constantes.
Que se haga el silencio en el alma
Y que el silencio se divorcie de las leyes de la mecánica
Que deje de ser el revés del sonido,
Que no pueda ser quebrado por el choque violento,
Por la oscilación atómica.
Que ahora el silencio sea energía viva
Que sea un color, que sea todos los colores a la vez, que sea el limpio color blanco.
Que el silencio colme el vacío de fulgor
Y al alma la arrulle con el bálsamo de su paz.
Que el día de mi muerte, el silencio este conmigo y me bese la frente.