Él la quería con la fibrosa espesura del hígado, guardaba su amor amargo para lanzárselo a la cara como una limosna filosa, como un escupitajo acido.
Él la quería a contracorriente con desesperanza y desesperación, con resentimiento y charcos profundos de decepción.
Escasamente la miraba, tal vez para no infectarla con su rencor esencial, ese mismo que sus facciones no podían contener y lo desdibujaba y redibujaba la cólera.
La profundamente amaba con instinto bélico, le había declarado la guerra del silencio, que avanzaba acuosa y subcutánea socavándole la alegría, transformándola en silencio.
Ella lo quería con cobardía; retenía en su puño izquierdo algunas palabras dulces y un par de sonrisas, que no se atrevía dejar difundir en aire.
3 comentarios:
Quizás el sida nació como un sentimiento de desprecio y se materealizo en la destrucción del deseo de vivir...
Saludos, nuevamente, gracias por leerme
Hasta pronto
pd: soy una entidad ociosa
profundo el relato, me gusto, como pa seguir leyendolo... saludos
buenos textos...pasa un buen momento leyendo tu blog..
gracias
saludos
pd:visita mi blog
www.musicaalborde.blogspot.com
Publicar un comentario