26 de marzo de 2008



La letra seca, envidia el sonido de un alud de lagrimas cantoras, la emoción que te apuñala al oír, de tras de lo aparente, un gemido de guitarra, como estrella en fuga de si misma.

No sabe ella, desde la obtusa dimensión que ocupa, de la lascivia del merquen que se abre camino y se reparte, ni del nado libre hasta el corazón de mártir de una sandia, ni siquiera sospecha, que la canela mansa abre puertas en el aire y desdobla el tiempo, y que la esencia de la tierra lavada de lluvia, trae de vuelta la euforia que dejaste olvidada junto con la infancia.

La letra muda, muerta, yace gris, derretida y diseminada en su plana realidad, que la sepulta en su génesis …

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