11 de noviembre de 2007

Luces



Nimia Superlativa perseguía las luces triangulares que estaban botadas en el piso de la estación Cal y Canto. Ella corría ligera detrás de las luces, con la ilusión de poder capturar una, sujetándola firmemente con su pie nimio como ella. Pero las luces traviesas se escurrían por el piso, siempre escapando de la inconciente N. Superlativa.
Un día Nimia Superlativa entendió que las luces se movían de acuerdo a inamovibles principios físicos de refracción de ondas electromagnéticas; ese día Nimia dejo de ser Superlativa.

Ahora Nimia ocasionalmente ocupa un asiento de la estación Cal y Canto del metro y mira las luces lejanas (más que nunca) y estancadas (como ella misma), sintiendo tremenda nostalgia de su antigua identidad de superlativa cazadora de luces móviles, y de la risa que antes le estallaba en la boca como fuegos artificiales.
Nimia etérea, ahora menos etérea por el peso de la gravedad sobre su eje, inhala amplio y forzado, como si quisiera rellenar con aire sus múltiples grietas internas, mientras espera que el metro llegue y la rescate de tanta desolación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mi niña preciosa,,, a lor you,, mas q la chucha,,,jajaja adios
gato

Anónimo dijo...

acabo de leerlo,, es genial,, te felicito,,