¿Mi norte?
He perdido mi sur
He perdido los Andes
He perdido mi Pacífico
He perdido la nebulosa de humo de mi cuenca
He perdido la torre Entel y las del Paine
He perdido la Alameda sin álamos
He perdido el cerro Huelen o Santa Lucia
He perdido el barrio Franklin y la Quinta Normal
He perdido toda la mierda del Mapocho
He perdido el don de la chuchada
He perdido el culto de yeso y las vírgenes y las cruces y los rosarios
He perdido el pan con mantequilla nuestro de cada día
He perdido el charquicán con huevo y el asco
He perdido el sabor de las sopaipillas pasadas y el sabor del invierno
He perdido el calientito motemei y la harina tostada
He perdido las piscolas, los terremotos y los jotes, en cada uno de sus significados
He perdido el cochayuyo y el luche y la rayuela larga y corta
He perdido la guitarra del cantor
He perdido mi Violeta
He perdido las plumas y luego la voz
He perdido los caminos de tierra que conducen a caseríos sin nombre
He perdido la araucaria y la semilla
He perdido mi lonco y mi mapu
He perdido el verde tricahue, el verde chirigüe y el verde choroy
He perdido la desconsolada lluvia de Temuco
He perdido la negra dulzura del maqui
He perdido la solemne soledad del cóndor
He perdido toda la sangre de los copihues
He perdido la isla grande de chiloé y sus súbditas heladas y sus iglesias
He perdido las ansias de recorrer el archipiélago de Juan Fernández
He perdido el fuego de la Tierra del Fuego
He perdido la fonética mística del kaweskar
He perdido los glaciares patagónicos y mi propia eternidad
He perdido el diablo y el poncho
He perdido la quebrada del ají y las calles quebradas
He perdido la camanchaca
He perdido la chupilca
He perdido los ojos del salado
He perdido la inusitada fertilidad de Pica y Azapa
He perdido un rebaño de llamas blancas como la ternura
He perdido las piedras parlantes del Valle de la Luna
He perdido el vértigo del Chungará
He perdido el electrizante rosado de las parinas
He perdido el hervor del Tatio
He perdido el polvo de San Pedro
He perdido las estrellas de Atacama y es lo que más me duele
He perdido las historias de mi abuelo, que es ahora parte de la tierra que amó
He sepultado el arraigo junto con él y me he quedado desgarrada.